17 octubre, 2007

Ediciones Nuevas Septiembre-Octubre 07







Los calculadores de monstruos
Aníbal Bronstein
Llantodemudo narrativa
136 Páginas


Cada vez que alguien trata de salir del edificio una voz acelerada se le cuela por el oído, expirando preguntas, investigando las finalidades presentes del vecino en actitud sospechosa, calculando si los elementos de su conducta se ajustan a los del Vecino-que-me-robó-el-tapón, y esta alucinación parece salir del muñeco de cera echado contra el armario, (…) como si Aníbal, colgado del anillo último de algún círculo infernal habitado por mentes persecutorias, trepara los laberintos del más allá hasta salir por el lado audiovisual del edificio, porque pensara que, finalmente, eso humano que atraviesa la entrada fuera el Vecino-que-me-robó-el-tapón, y que estuviera haciendo su aparición, huyendo, había que hacerlo confesar, cito: "soy el que te lo robó… yo te robé el tapón", fin de la cita.
(texto de contratapa)





El testaferro de los marcianos
Fernando Montes de Oca
Llantodemudo narrativa
72 Páginas

Los marcianos empezaron a a dilvulgarse con estridencia a prinpcios de los ochenta. Hicieron anuncios mesiánicos, prometiendo cosas inalcansables relacionadas con la paz entre naciones, la salud y nuevas formas de energía.
Pasó el tiempo y acá estamos, esperando que vengan a cumplir lo que prometieron, incapaces de discernir si están tomando carrera o se fueron al carajo.
Por eso este libro pretende ser un bálsamo, un apósito, un supositorio, un enema, para el tendal de profetas defraudados, para el ejército de místicos cesantes, para el montón de divulgadores que quedaron a mitad de camino entre aquel mundo prometido y esta realidad pedorra.
(texto de contratapa)



Me dijo que se llamaba Uli
H. Carmichael
Llantodemudo narrativa
120 páginas.

Cumplimos en este volumen lo prometido a nuestros lectores: publicar completa la obra de uno de los escritores más polémicos de finales del siglo XX.
En este caso se trata, de acuerdo con la crítica internacional, de su obra más liviana y menos interesante, escrita, como muchas otras, a raíz de su viaje por Sudamérica e inspirada en particular por la ciudad de Montevideo.
Otros títulos de su autoría que hemos publicado (como "Manual Para La Conquista Callejera", o "La Cuadratura Del Círculo") han tenido una mejor recepción del público.
Esta editorial aclara que no suscribe a la ideología que sugiere el texto, recomendando su lectura exclusivamente para adultos de sólido criterio.
(del prólogo a la edición original)


En el año 2004, durante un viaje a Montevideo, ciudad amable y ventosa, debido a la realización de un Congreso de E.S.B.D. (Editores Suicidas al Borde la Desesperación), Gonzalo Castagnin, intelectual y traductor de gran renombre y risa fácil, me acercó la edición uruguaya de la Obra de H. Charmicael.
Lamentablemente, “Me dijo que se llamaba Uli”, era una obra perdida de Charmicael, jamás editada en Argentina, lo que hacía su lectura solamente accesible a las personas que recibían mi ejemplar ajado y aún con resabios de aroma de pizza de tacho, alimento tan apetecible, y casi mi única dieta en Uruguay.
(de la nota a la edición argentina)



Say Yes
Andrés Nieva
Llantodemudo narrativa
C/ CD de música
40 Páginas

Monedas

Desde muy pequeña tiene la fascinación de mirar las monedas que están selladas en el asfalto. Su madre vende flores en una casilla de lata en las afueras del cementerio San Jerónimo. Cada mañana madre e hija atraviesan la ciudad en un colectivo de la línea “N”. Su recorrido comienza en barrio Ituzaingó y bajan en la plaza que está ubicada en Castro Barros y Santa Fe. Bajan cada mañana cerca de las nueve, la hija ayuda a descender a la madre, y tomadas de la mano caminan quince cuadras hasta llegar al puesto de flores "Pimpollo". Ahí la niña saluda a todas las mujeres de los otros puestos y ellas le agarran cariñosamente sus cachetes rojos. Acomodan los jarrones de vidrio con gladiolos, estrellas federales, rosas rojas, blancas, rosas y amarillas con suficiente agua como para que el viento de abril no les tire todo al suelo.
La niña tras cada viaje, desarrolló la extraña habilidad de memorizar cada moneda incrustada en el asfalto de cada metro recorrido por las ruedas del colectivo. Un día le dijo a su madre que había 1239 monedas en las calles que recorrían. Ella le sonrió amablemente y le acarició el cabello castaño lacio. Con el tiempo la niña fue agudizando su vista hasta comenzar a captar cada prócer y fecha grabado en las monedas. La más antigua de 1896 y la más nueva del 2003.
(cuento contenido en el libro).

2 comentarios:

n dijo...

muy interesante el trabajo de Carmichael. gracias Gonzalo por la traducción.
espero que salgan las otras publicaciones del autor.

n dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.